28.6.06

Prosa de Jorge Cambiaso


Hombre contra hombre

-quién no, alguna vez?

Sentía la imperiosa necesidad de ser agua y se dispuso a conseguirlo. Partió hacia las márgenes audaces de la lluvia; sólo alcanzó a divisar su aliento de potro embravecido y las murientes rutas de la sed. Ensayó el vuelo singular de la libélula en los anuncios de borrasca, lo redujo la sazón del estampido y la huyente marea de la sombra. Tentó entonces a las raíces del océano, rogó a la arena la virtud de la medusa, no pudo con la ola y su tenaz negativa de siglos; tampoco con las soberanías del pedrusco y la montaña, la opresión del fuego y la colérica arrogancia del sol.

Hoy, sutil esencia del no ser, mientras gotea en la grieta entristecida, muere en el humo impenetrable y, ansioso, cavila y cavila perdido en los últimos albores de la esperanza.


® Jorge Cambiaso

27.6.06

Poema de Susana Fernández Sachaos


EN LONDRES

Mi otro cuerpo
es esa sombra que late junto a mí.
Quizás porque mis ojos
la seguían bajo la lumbre inmensa,
me veía breve en su reflejo,
con mis cabellos abiertos
al aire peregrino.

Después más tarde, cuando
la luz se fue tornando oscura,
volví sobre mí misma,
sin mi sombra.
Escuché los ruidos
de la ciudad de Londres,
con sus luces mecánicas,
celebrantes del agónico día.

Solitaria,
bajo las puertas cerradas del sol,
respiré como un pájaro;
fui en las tinieblas,
el cuerpo de una lágrima
.


® Susana Fernández Sachaos
(De Por los techos del mundo)

Prosa de Francisco J. Malvárez



¿CÓMO FRENO?


¿Cómo freno los caballos desbocados, esta sangre loca que brota por mi pluma?/ ¿Qué hago con la noche que se llora entre estrellas diluidas, que se desborda como tus ojos y los míos, pájaros y lágrimas?/ ¿Cómo respondo las preguntas que se esconden en el último cajón?/¿Desarmo, acaso, la valija del último viaje, le quito la piel del tiempo?/ ¿Será posible tener quieta la mano?/ ¿No escribir epitafios?/ ¿Deshabitar la prosa, quitarle los versos uno por uno, o a un poema de amor inhibirle la melancolía?/ ¿No sería como desmembrar una vaca mientras camina o arrancarnos las uñas, quemarnos los ojos, mutilarnos las orejas o el pene?/ ¿No sería como arrancarle la lengua a Dios o cortarle la mano con que hizo el Domingo?/ ¿No sería como quitarnos el sol de entre las costillas?
¿Cómo freno los caballos sin que claudique el universo y mi destino?/ ¿Acaso te sirvió Alejandra, frágil y estúpida Alejandra, como te decía mi amigo, o a vos poeta que te gastas las rodillas tras un vaso de vino seco, o a vos arquitecto de la palabra, el de las nueve esquinas, que miras por dentro los blancos muros de Oliva?/ ¿Conocen a alguien, aún, que se haya escapado del infierno vestido de mameluco rosa?
¿Cómo freno los caballos y le bajo el volumen a tantos alaridos?/ ¡digan, diganmé por favor!


® Francisco José Malvárez

Prosas de Hernán Tenorio


V

Se escucha: el llanto de un bebé, la mueca de una guía mnemotécnica, la glorieta de un parque en alquiler y todo tipo de asperezas sobre una superficie de líquenes nocturnos.
Proporciones claudicantes de edificios de alcaucil, es decir, un insoportable olor a repollo pululando en la cocina y motas de estalactitas colgando del suelo.



VI

Sonó el reloj en lo que va del año: dos o tres veces; para perturbar el aire, enrarecido en la médula ósea del crepúsculo. El llanto ya es un capricho del pasado, un remolino de caricias inunda el hipotálamo del mercurio y un sonajero de risas, carisma de montaña, soporta con felicidad lo resuelto. Todo desenfreno es silencio en vapor de niebla y lo constituido en sorpresa, una cantimplora llena de veneno.



® Hernán Tenorio

25.6.06

Poema de Ramón Fanelli


Che, vos
dedicado a crecer
en el fondo de una caña,
salvaje,
de tierra adentro
galopando en el fuego
rojo de un obraje.
Un puño de corazón
presente,
aún,
decanto,
aullando en tu nombre,
trasvasando
ideales

¡padres!
para el nombre de tus hijos:
a la memoria de un sueño
latinoamericano...


® Ramón Fanelli

Poema de Alicia Grinbank


En el seco vertedero de los ojos
mi llanto es cristal de invierno:
no sabe manar.
Tapado el lagrimal
a nadie acoge
y pobrecita la pena
¿adónde va?
¿por dónde va?



® Alicia Grinbank

Poemas de Mario Molfino



Poema insomne


Encebollado,
tiro una piel (tiene Tu nombre)
tiro otra piel (tiene Tu nombre)

Es inútil desvestirme.
Ya tengo frío
.




Desvelo

Tenso la mañana
y desvisto las horas
una por una.

La piel que me desvela,
se parece a la tuya.



® Mario Molfino
* Estos 2 poemas pertenecen al libro “Actos mínimos” Ediciones del Dock, 2004.

Poema de Jorge Orozco


ERA....

Era la voz
el grito
la partida
el regreso
lo negro del ébano
y el blanco de la albura
un recuerdo
del tiempo venturoso
una nueva aurora
era
la luz.



® Jorge Orozco

23.6.06

Poema de Daniel Barroso


pauline



no sos mi nena muerta
no
ni el jardín quebrado entre las rosas
ni la canción de paulette entre las lápidas
ni la regadera azul de dios a las cuatro de la tarde

ah! pauline
la virginidad de un sueño es despertar sediento

nena tonta
pauline
atravesada por un tiempo de agua
por oscuras aves que comen de tu boca
y dulces animales de oro
adheridos al pan como hígados de frambuesa


nena tonta
pauline
mañana siempre es un arco quebrado de belleza
¿cómo buscar rostros de arena en las fotografías
vibrando con lógica de máquina
rompiendo los engranajes del cerebro
y los paraguas del miedo?

no sos mi nena muerta
no
como los ojos de mi mujer
esa campanas celestes tañendo como uvas
como el dolor de mis brazos
o las agujas del llanto entre mis manos
y eso tampoco sos
pauline

ah! pauline
se están llevando mi sombra
de nada sirve el calendario
ni el peso del ataúd
las cuentas de la carniceríala marca en el pupitre
o tu sonrisa entre la baba y los cojines

no pauline
no acudo en tu rescate
te abandono a la intemperie del alma
al silencio de pirámide de tu falda

detrás de la ventana es un buen lugar para nombrarte



® Daniel Barroso

Poema de Marizel Estonllo




Alrededor de la tarde


a Jorge Cabrera


Esta hora en la que el sol pone su mano en los edificios laterales.
Hora donde dejamos las armas porque empieza el amor

Esta hora que es ciertamente dulce porque prevalece en su tibieza.
Soporta lo que es certero y final.

Todavía podemos alejar la muerte, distraerla,
Desatenderla. Desalentarla.
Ella se demora en los ojos de los locos
donde la furia y el pánico son los sellos
de las dos manos que abren la desesperación.
No hubo dios del miedo, no hubo dios del dolor.
Pero la locura fue del dolor su última defensa.

Y luego la apacible tarde de los poemas griegos,
Sus consecuentes secretos
La única manera de conocerse en la amplia fantasía del deseo
en la grieta movediza del sueño.
En la dulce caricia de la amistad.

Haber dejado de apurar los rumbos
Hacerse agua y deslizarse.
Juntar caracoles en la costa, para nada, para ningún fin.
Acercarse hasta la orilla sin haber dejado ninguna tristeza interrumpida,
ningún dolor apremiado.

Solamente el cauce limpio, la tierra abonada,
un poema escrito en una habitación a plena oscuridad.

Una hoja iluminada, abierta en la plenitud de lo otorgado .

Y ese gesto se aproxima alrededor de la tarde,


Como un oportuno modo de estar.


® Marizel Estonllo

22.6.06

Poema de Bibi Albert


BONUS TRACK


Se te nubló el corazón.
Tormenta eléctrica
que destella en tus ojos.
Tus relámpagos negros
quieren barrer mi rastro
del planeta que hicimos
redondo con los besos.

De repente,
como un dios meteorológico,
decidiste
que basta de buen tiempo,
que te aburrió mi siempre
tozuda primavera.

Y está bien. No me quejo.

En mi pozo de adioses
fuiste un balde impetuoso
vaciándome y llenándome,
violando mi paciencia,
alterando el equilibrio de mi olvido de mí
de mi libro cansado de capítulos.

Si es necesario,
si ya no hay qué decir que nos sorprenda
más que en el desacuerdo,
guardemos esta magia de cambiarnos
la promesa y los hábitos,
guardemos bien doblada
la naturalidad de deslumbrarnos
en el álbum callado,
agradecido,
de las fotos del alma.

Hagamos del recuerdo un ramo tibio
que bendiga la puerta que cerramos.



® Bibi Albert

Poema de Graciela Wencelblat


Cuando el abandono
se hace carne
cuesta andar por este mundo
arrancada de mí.

Ella no entiende
la marca del silencio
es látigo / sentencia
espasmo en la sonrisa.

Lejana de todo
busco algún susurro
eco nocturno en el jardín

espero las sombras que te nombren.


®Graciela Wencelblat

Poema de Clara Vasco


El árbol de Berlín

El árbol de Berlín
es pasto para los niños
sueña que es un árbol del mundo

mientras su canto es tierno en las mañanas
cuando el día pasa
responde al ruiseñor con sonidos
sibilantes y misteriosos
como el nombre que traemos al nacer

El árbol de Berlín
cuando cae la tarde
se despide del murmullo
la savia
que al amanecer estallaba
en el corazón de las hojas
se aquieta como un cuerpo en resistencia

Azul
Pájaro
Trueno

Amarillo y negro el árbol del otoño
me pregunta todo lo que no
puedo decir .
Apenas me acurruco entre sus secretos
y me abrazo al tronco:
firme sobre la tierra


® Clara Vasco

21.6.06

Poema de Emmanuel Taub


VI. Marea alta


Gota a gota el aire se vuelve invisible
y así
frente al mar
frente a frente
siempre inmóvil
ciudad de espejos
ciudad de sombras que
desaparecen
y en un suspiro
el frío
el pasado
y en un suspiro
el olvido
solamente
recordará nuestros huesos. Punto
y aparte.

Frente al mar
todos somos alfonsinas.


® Emmanuel Taub
(Del libro a presentarse próximamente “Veinticuatro”)

Prosa de Juan José Mestre


Nino Rota* desgarrando congojas en la partitura exangüe del asfalto raro de este febrero impávido, hacedor de días grises, eventual intermedio de un estío huidizo entre migajas de sol, besos blanquecinos, caricias indolentes, cuerpos perdidos en la lucidez de un abrazo que se muere en el horizonte oculto por el anillo de las nogueras. Campo fértil de la destemplanza, un rayo amarillento se cuela entre las nervaduras de tus manos: no las perturba; quedan con la placidez que da la abúlica saciedad del raso bajo sus palmas. Se acerca el mediodía; todo queda reducido a las notas frágiles de una melodía que nos cubre con su manto cada vez más imperceptible…

© Juan José Mestre

* (nombre artístico de Nini Rinaldi, Milán 1911 - Roma 1979)

Poema de Beatriz Schaefer Peña


Ese temido atardecer

No sólo son las sombras
o el color de la sombra.
Hay un río de aromas
que me conduce al sitio de la sangre,
a esa vena propicia,
-el manantial oculto que me urge-.
Hay un jardín escondido
en los crepúsculos.
Allí crece la rosa,
la suave mordedura.

® Beatriz Schaefer Peña
De "En la alta noche"

Poema de Viviana Alvarez


noche sin dueño en aquellas ánforas vacías
acuna insomnio y desvaríos
desgarro agazapado en cuencas inundadas
se desborda en perlas y surca, silencioso
la nada de sábanas despobladas.

® Viviana Âlvarez

20.6.06

Poema de Fany Jareton


Babel


Cómo serían las primeras palabras antes de nombrarte
si balbuceo un azul de cielo y me estremezco
si conteniendo tu inicial soy toda espasmo
si guarecida en tu imagen voy de vuelta
y estoy aquí agazapada entre dos mundos
amordazada a las ganas de tenerte
con los ojos purísimos que vuelcan
el instante circular de este momento.

® Fanny G Jareton

Poema de Paolo Astorga


CANTO DE ROGELIO ANTE UNA TERRIBLE SOLEDAD


Bailas
aunque tu cabeza
yace en el suelo
estallada.
Bailas

aunque
tus heridas no paren de sangrar
aunque contemples
que tú ya no eres el que respira tus pulmones
sino la
pista de baile
que te sienta en el piso oscuro
y te hace mirar
las otras cicatrices
que fueron tus amigos,
la sombra
con la que jugaste a amar.

© Paolo Astorga

Prosa de Pablo Mora


Plegaria cósmica

Más allá del cosmos, de cara al sol y desde oriente; al norte, al este, al sur, al oeste, galaxias, soles, astros, montes, dioses, rogad por nosotros, por el huracán y la gaviota, por las mil cruces siderales, por las luciérnagas sin noche, por el aullido, el grito, el griterío, por las primaveras encendidas, por los ocupados y confusos, por las alas rotas en el itinerario, por los presagios alumbrados, por los justos para que enciendan de nuevo sus milagros, por la piedra, el enigma, el insomne, el insomnio y el asombro, por el plenilunio enamorado de noches que no acaban, durante mil años después del mundo, las latas, los ejércitos batracios.


Por la espalda -trozo hambriento y desgreñado-, por el castigo siempre miserable, por la meca, el muro, sus nichos y la cúpula dorada, por el delirio de los sanos ojos, por la lengua pegada al paladar del tacto, por el padre nuestro, el odio nuestro, el mártir nuestro, la horca, el yugo, el verdugo y la palabra huérfana, por el pus latiéndole a la herida, sobre el vientre de la tierra desguazada.


Por el escalofrío del que reza a pie, de rodillas, de dorso, de frente, de perfil, inverso, adverso, por los opacos, roñosos, divinos arrepentidos, fatigados guerrilleros, héroes, vueltos, pesados, entregados; por el rastro del abecedario, por la babel y el sinsentido, por el cascabel encigarrado, por la boca, el acero, la alambrada.


Por el arroyo, arrullo del mutismo, por el malvado, el humilde, el ángel, el humano redimido, por la salamandra, el limpia casas, por el cocodrilo, el ciempiés, la iguana, por el misterio de la alondra ennegrecida, por los que follan, almuerzan, se abotonan, por la sombra insomne de esta noche incierta, por los extáticos, los desnudos, los relámpagos; por el sueldo micro o el sin sueldo, por los olores, los sabores y los panes, por el ladrón enriquecido, empobreciendo, por el desnudo, el suspiro y el empeño, por las veredas del gusano, por el santuario, cotizaciones y valores, por los celulares vertebrados capitales, por los descosidos, los distintos, los vestidos.


Por los azules excrementos, por los fuegos, por las lenguas, por los dioses, por el remanso estremecido, por el ligero, el inevitable, el insolente, por el indicativo, imperativo, activo, impertinente o desactivo; por el barro, sus flores, sus simientes, por las mutilaciones, los rodeos, las posiciones, por los cumplimientos e incumplimientos, por los canallas, las sospechas, por los bastardos y bribones, por los asquerosos y cobardes.


Por los borbotones, los impotentes y reversos, por los inocentes, los helados, los repletos, por los rotos, los usados, los doblados, los desgarrados, los caídos, encarnados, por la apetencia, la brecha, la vereda, los caminos, por el pan escaso y la avaricia pronta, por la calma, la borrasca o la herejía.


Por las tortillas, las especias, los emplastos, por los terremotos, los rosarios, los bordones, por el gemido, el grito, el alarido, por el envuelto, el quieto y el inquieto, por el furor del viento, por el incrédulo, el silbante y el creyente, por el pleito vuestro y nuestro, por la maleza incierta, por el enredo, la resaca, el miedo, por el desaguadero, la desolladura, el pan que sobra, por la cólera, el odio, la inclemencia, por el engaño y el terror y la creencia, por el descubrimiento, encubrimiento, cubrimiento, por la náusea, la quema, las cenizas, por el rayo, el espejo, la muralla.


Por el ciego, el apoyo, el fundamento, por el secreto, la tumba, la palabra, la ventana o la cortina abierta; por el beso, el barro y el planeta, por el envite, el alfarero y el nonato, por los matices y las gasas del silencio, por los pétalos del sol mugiente, por las piernas callejeras salerosas, por las sombras y las luces rotas, por el gargajo, el tártago, el trabajo y el tartajo, por la liebre, por el libre, el blindado y el venado tuerto; por el dado, el perfume y el misterio, por vivir, por morir o estar presentes, por los paréntesis solos moribundos, por las balas, las dudas y las tardes, por los nombres severos de las deudas, por la inclemente soledad del orbe, por la tardanza de quien porta el pan, por el burdel -la cópula perfecta-.


Por las flores que brotarán en las calles de Kandahar, por los presagios fulgurantes del hombre emplumado, por las ventanas que se abren más allá de las oscuras noches, por todas las historias que la ausencia nos cuenta, por quienes cañonean niños en las calles de Najaf y de Falluja, por los imperios rapaces al acecho contra el hombre, por la humanidad en marcha contra la barbarie.


Por el claro misterio de la luz, por el sol de la noche más gozosa, por la amarilla dulzura del oriente, por la tenue caricia de lo incógnito, por la antigua quebrada de la fronda, por la nostalgia vuelta hacia la infancia, por la aurora que se abre en el misterio, por el rayo furente de la vida, por el arroyo que quedó dormido, por la sencillez espiritual de un nido, por el claro sigilo del amor, por la desfachatez del cristofué, por la luz total de nuestras cosas, por la cuajada plenitud del grano.


Por los sonrojados, luminosos luceros catatumbos, mirando de reojo, por el viento durmiendo entre los árboles o a la intemperie el niño; por la emoción de quien anhela el mar desde su aldea, por el tiempo desafiando la fiesta de los hombres, por los cuentos y mitos en sombras de alborada, por la fruta y el sabor de sus perfectas mieles, por la dulce soledad del tiempo manso; por el himno triunfal de la alegría, por la lumbre amarilla del camino, por estos girasoles que nos miran, por la vida esa gloria suspendida, por el fulgente camino de la luz, por embriagar de luz la eternidad.


Por la nieve que duerme allá en Saluggia, por la nieve que nunca vio mi aldea, por la canción de cuna de la nieve, por la inmensa dulzura de la nieve, por el niño dormido entre la nieve, por el retorno eterno de la nieve; por la muerte sin tregua construida, por lo que está perdido, va o termina, por el hombre que gira con el día, por el hombre sin tiempo ni sin fin, tan sólo un animal desconocido.


Por la mágica mutilación, el afinamiento primordial, el sentido del sinsentido, camino y universo y atalaya; por el arma celeste, la palabra, para fundar un mundo para el nido, manos abiertas, pájaro en vuelo, con hambre de luz para la siembra.


Por el postigo y su presagio cuervo, por los instantes, cienes y millardos, los izquierdos, los neutros, los derechos, por lo oscuro, lo ralo, por lo ebrio, por lo hembro, lo sobrio, por lo macho, por las piedras, cimientos y cuadriles, por las señales de la santa lluvia, por quebradas, florestas, renacuajos, por los solteros, cuerdos y borrachos, por la tos, la sonrisa y las estrofas, por la guerra, la paz, por los de arriba, los del centro, sin nada, los sin heces, los de abajo, de cara al sol de oriente, por la última estrella que veremos.


Por la buenaventura de la rosa, por el atardecer de los venados, por el alma llanera dulcecita, por la primera labradora a pie, por mí, por ti, Tolú y la Trifaldi, por la casa en el aire y en el suelo, por la varilla de llegar al cielo, por los guaduales cuando van al río, por la hazaña, la fama que eternice, por la soberbia Kalamary en celo, por Darío Fray Luis y sus versiones, por la lujuria del primer jardín, por la guabina santandereana, por las penas del río cuando brise.


Por el tiempo que dura la agonía, por las espadas ángeles y aldeas, por todos los resabios rocinantes, por el plural con una sola sombra, por el poema aquel inagotable, por el misterio del divino loco, por la noche que se arma en ciego sueño, por la puerta falsa del corral de campo, por los cuchillos de la lluvia a secas, la amenaza del gato en pleno hechizo, por el barco encantado y sus aceñas, por los dos golpes a la endeble espada, por la razón y sinrazón del viento, por el sordo pecado de la luna.

© Pablo Mora

Poema de Midgalia Mansilla Rojas


Añicos


Aquí estamos
tú y yo

un poema sin leyes,
pasajeros en el barco de Ulises,
dueños de un mar
al que renuncio.

Penélope se durmió
sobre su propio sueño,
cansada de bordar
lo interminable.

Aquí estamos
tú y yo

nadando en este mar
hundido en mi esperanza,
la sonrisa de Safo
se perdió en una estela.

La realidad explota precisa,
inexorable.

La luz del sol
hace añicos el Mito.

© Midgalia Mansilla Rojas

Prosa de Aymer Waldir


INFLUJO

Percibo tu aroma, el que se propaga cuando caen tus prendas. Surge también de todo aquello que tocas por los lugares que vas pasando. Es cuestión de distinguirlo para quedar impregnado. Coleccionaba todo aquello que oliera a ti para intentar atraparte en la esencia de tu revelación; fue mi preludio. Alcancé a guardar tus indicios en una maleta que ahora no cargo porque detiene mi paso. Le puse en la etiqueta: “a nadie pertenece”; escribí claro su contenido y quién eres. Aún no la envío a uno de los sitios donde la esperan. Son tantos. No sé si abrirla y permitir que salga lo que pude capturar para que se disperse a su antojo, en busca de su destinatario. Ahora no guardo nada, apenas te advierto disfruto el encanto, pero lo dejo allí: a los cuatro vientos, sin ninguna reserva, para que se entere todo el mundo. Perdí el egoísmo. Y otras cosas. Dicen que la vergüenza. Desde qu e huiste de mí, mezcla de enfado y desprecio, cambié de pasatiempo; tuve que guardar inconvenientes, dificultades, circunstancias adversas. No había espacio para tantas cosas. Soplaron malos vientos que lograron cambiar el sonido que de mí salía. Un aire de aflicción hizo vibrar mis paredes. Soné y triné hasta que a mis penas se las llevó el viento. Tampoco ellas fueron estables o duraderas. Adentro sólo quedó el vacío y allí nada se transmite, ni el silencio. Tengo ahora distinto timbre, intensidad y altura. Mi canto es otro, pero su causa es la misma.

Distingo tu fragancia, la que derrochas ahora al desatar palabras. Huelo tu voz y quiero ver el fuerte latido, sentir la imagen pura que ofreces. Eras lo que sigues siendo. Presiento tu cercanía, la rosa náutica me muestra la orientación y fuerza de los vientos que me esperan si te encuentro. El diagrama me asegura agitación de aguja en las treinta y dos secciones que marcan los rumbos en que divido mi horizonte. Intuyo las coordenadas a las que me llevarás: Placer extremo. Ante él quiero plantarme antes de que allí me empujes. Llegaré anticipado a cavar un agujero buscando refugio; le pondremos un nombre para hacerlo mío y lo decoraremos juntos con tu tono, melodía y esencia. Ayúdame a depositar allí todo lo que me afecta y me conmueve, para ver luego cómo lo usas en mi contra. Será a su vez nido y fosa de la consideración en la que me resguarde. Lo cubriré de reflexión y le dejaré dos salidas, porque siempre hay dualidad, dos opiniones antes de perder el juicio.

Aquí te espero, practicando malabares con la esfera de la palabra. Fanfarroneando saber hacer lo que tú me dictas. Cuando nos encontremos de nuevo me moverán los vientos, todos los vientos. Pero no como una veleta, sino como un eje que pretende expresar lo que es la vida: este estado de cambio permanente, este suceder de inquietudes que nos deja quietos. Un morder perpetuo del pan de los ángeles, sin meditar en ello. Mis sentidos te esperan para que mis sentimientos sean presa fácil para ti. Pan comido.


© Aymer Waldir

19.6.06

Prosa de Ana Cacilia del Río


¿Qué quiero?


Ese intelecto de tus manos; el estruendoso grito hacia un orgasmo; las pupilas brillando temerosas; ese largo exterminio de tus dedos; el constante confluir de los espermas; tu silencio del después...
Los labios hurgando en una tempestad de bocas; el numen de tu aliento bajo la libertina puja de las lenguas; ese abismo existencial del tiempo, como un prólogo ante la impavidez del miedo y de la muerte...



© Ana Cecilia del Río (Bahía Blanca)

18.6.06

Poema de Eduardo Dalter


Nadie estuvo en sus ropas, en su patria, en sus raíces.
Un silencio de lobo avanzó y corcoveó por estas calles.
El terror derribó puertas y espió por las mirillas.
Una conmoción de muerte, de la puerta para afuera
y de los ojos para adentro, nos exilió del otro
y fuimos gente sola, de mirada huidiza, en los rincones
como las hojas tristes que los vientos amontonan.


© Eduardo Dalter
De Estos vientos

Poema de Roberto Di Pasquale


En Medio de la noche
alguien, algo aúlla
o canta su gemido.
Pretende abrir un surco
En medio de tu alma.
En algo que sea tuyo
allí donde no sepas
siquiera donde habita.

¿Es un mar en tu seno,
un volcán o algo que trituras
chirriando entre tus dientes?

Pero debes descansar.
En algún lugar
tu alma piensa en ti
y alienta tu risa con su llanto.


© Roberto Di Pasquale

Poema de Yadi Henao


CLARO DE SOL

a Virginia Woolf


Escucha, Virginia, no vuelvas.
No comas el cadáver de esta vida,
sus danzas del ahorcado,
sus mantos de soga.

No dejes que rompan los tallos de música,
la fantasía para piano de los pájaros.
No cuentes los árboles del miedo,
la sal de sus pífanos.


Virginia, quédate entre bosques de agua.
Escucha su claro de sol.


No vuelvas.


Yadi Henao
© (De "El otoño escribe mi nombre")


Poema de Rubén Balseiro


UNO

De pronto uno comprende,
se contempla las manos,
juega con una arruga que apareció en la frente;
cierra un ojo, cierra después el otro y se mira por dentro.
Quiero decir, a veces, no alcanzan las palabras
y por mas que uno grite,
se observe en el espejo las fauces de león encerrado en la jaula
el silencio lo absorbe.
Uno sabe que apenas puede decir un nombre,
escribir una carta sin destino preciso.
Uno sabe que apenas puede mirar de frente
porque toda la vida le pasa de costado.
Y el camino es muy corto,
o tal vez es muy largo,
uno ya ha recorrido el total de la ruta
y le queda otro tanto.
¿Qué hacer con tanta ausencia apretada en las manos
y con tanto dolor royéndonos por dentro?
Al fin y al cabo uno,
no es mas que una palabra a medio pronunciar
en un idioma incierto.

© Rubén Balseiro

Poema de Graciela Bucci




Paradojas


“La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.”
“La aurora” Federico García Lorca




era un orden diferente de máscaras y risas
un resorte disuelto entre los dientes
sombra
descanso
sosiego
era también un silbido de látigo en los músculos
y era un chico
y un par enorme de ojos desteñidos
arena movediza en la mirada
sombra de zapatilla en las hamacas
la infancia que se hundía en el gesto y el gesto en la derrota de la carne y la carne en

/el árbol que presagia mañanas
un lugar en la ausencia y un jadeo a destiempo
o la desolación en un infierno helado
una verdad de yeso entre las manos
dedos como de niebla en esas manos
y el par enorme de ojos desteñidos
sosteniendo la espera

en la otra orilla de la noche.



© Graciela Bucci

17.6.06

Poema de Mary Acosta


ESENCIA MAGMATICA

Amamanto monosilábicas soledades
en el frío desnudo de la noche.
Muerdo la paranoica carne de mi cuerpo
con los clavos descontrolados
de mi furia convertida en mujer.
Sin tocar fondo, devoro las máscaras insomnes
de mi sombra ardiente dividida en dos.
Como fruto prohibido, destejo sexos sin sexo,
purificando el deseo salivoso
que se inca sin pretexto sobre brebajes sin nostalgia.
Rozando el magma de mi esencia,
instigo a Eros, pájaro inmortal de fuego,
a descubrir el perfil anochecido de mi humana geografía
desvestida a solas
por las invisibles manos de las furtivas sombras.



© Mary Acosta

Poema de Elisabet Cincotta


ARROPARME EN TI

cada encuentro envuelve la fragancia
tu letra mágica palabra
cada noche desvela el presagio
que sino hoy mañana
desparecerás del altar
donde te tengo entronizada
un curtir colores en la esencia
controla la melodía del sentido
y si escapas de mis venas
de mi humor tardío así sea

quiero este día y otros
poder gritar al viento
las palabras en papel que hablen
de la injusticia
de la desigualdad
de la discriminación
que recuerden a los hombres
que existen letras
para hacer la paz y el amor
para tanta pretensión
sólo tú estás a hechura
increíble amiga musa
gloriosa poesía.

© Elisabet Cincotta

16.6.06

Poema de Silsh (Silvia Spinazzola)


Mondongo


Hierve la olla
su escuálida miseria
al tocar fondo
en áspero silbido

descalzo el porvenir

apura su codicia
que desde un vaho cómplice
desnuca el paladar.

Hoy habrá cena

bajo el techo de lata

catorce ojos susurran

por guardarse el sabor
para los sueños

un guiso de mondongo

pondrá luz a la noche

avergonzado

se esconderá el poema
al pie del tenedor.

© Silsh
(Silvia Spinazzola)



Poema de Karina Sacerdote



Pasaje


huérfanos
transitamos auroras
ocasos
amanecemos amantes
dormimos verdugos
amamos-matamos
matamos-sanamos

de tanto en tanto
que es todo y nada
lloramos vírgenes

definitivos caemos
vomitamos demonios
en la incógnita profunda

más luego

seguramente

todo se aclare
y no estemos solos

©Karina Sacerdote

Poema de Pablo Daniel Ovin


Palabras


Fluyen en el viento.
El viento las lleva, y ya no son propiedad de nadie.
¿Quién dice quién dijo?
Decir y callar.
Suben en el viento.
El viento las eleva, y luego carecen de sentido.
¿Quién sabe que sabe?
Hablar y mentir.

Verdad o palabras
Discurso, relato. Cuento, poesía.
Te quiero, te odio. Te amo.
Dame, te doy. Te prometo.
Esperame, te espero. Me voy.

No te escucho, no me escucho.
Son sólo desbordes.



©Pablo Daniel Ovin

15.6.06

Poemas de Lidia Rocha


Bajo lo verde de la hojas
para Silvia

1
blanco de nube atravesado de luz
Abajo, vos. Reías.
¿Te arrodillabas hacia el jardín
o se elevaba él para tocarte?
Yemas de tus dedos, rosadas
¡Y yo perdido en el gesto taciturno!

zigzag azul tus piernas:
eclipse

2
vivías bajo lo más verde de las hojas

te llamaba hacia las piedras del cantero
pero vos, rocío, gota de agua,
sólo querías la carne de la sombra

insecto oscuro con pintas rojas
y una mata de pelo

yo sacudía las manos en el aire

3
tomarse de un trago el aceite del día
vicio de robar colores
antes que el atardecer me deje sordo
antes que el deseo te arrastre, golondrina
y sólo yo
con una chispa de tus ojos en mi mano
y me mienta



©Lidia Rocha

Poema de Gerardo David Curiá


Construimos en el viento
una casa de huesos de ballena.
Insectos de fuego
en las noches de noviembre.
Y al besarnos
se apago una estrella gris.
Nosotros
que de siempre y nunca hambrientos
éramos apenas dos pequeñas piedras
acunamos al lobo
con el agua
de un río de montaña.
Lo demás
fue el tiempo
de un solo largo día.


©Gerardo David Curiá

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Poema de Graciela Licciardi


Tu cuerpo ve escribir a una mujer



advierte que el alma se corta con navaja
los rituales indican que debe asearse
recién ha comenzado el día
entonces hay una certeza que no es suya
se apresura en el tiempo
para vivir nada o casi poco
un estallido de letras relumbran su existencia
y ella escribe la congoja
el infierno
las esquirlas que quedaron

escribe con sus manos de alondras
y las palabras son frasquitos de colores
que desfilan incesantes;

tiembla de impotencia

de los dedos emanan risas oxidadas
escribe

cascadas de miedo la ayudan a no ir hacia la muerte
confiesa
gigantescas penas cuelgan
de las perchas de su casa
y hay una valija

a punto de extinguirse

ya no es posible el viaje
o es posible
en tanto dirima la parálisis
en tanto escriba
y escriba
esa mujer doblada sobre el blanco
en algún lugar del mundo
suicidando palabras

©Graciela Licciardi





Poema de Graciela Caprarulo


esa mujer que yace
pelirroja y pequeña
no es mi madre
pero me pertenece

la veo descansar tan blanca
y me pregunto por qué
la alejo
por qué la quiero lejos
si es tan blanca y duerme
mientras yo divago

o esa mujer que yace
sí es mi madre
y no me pertenece
a mí que soy pequeña
y que no duermo
porque no hay regazo

apoyo mi cabeza
en su hombro izquierdo
me inclino
simbólicamente emulo
lo que pudo ser
la infancia
un hombro izquierdo
un hueco tibio donde apoyar
la cabeza
y que no supe encontrar

la mujer que está yaciendo
soy yo y alguien me observa
alguien que cree ser mi hijo
se acurruca y busca
en mi hombro izquierdo




ahora somos tres
los que emulamos la infancia
los que buscamos
un hombro infinito donde apoyar
la cabeza
¿es eso la eternidad?
¿hundir la cabeza en el hueco?
¿es eso morir?
¿dejarse ir en el hueco
que me acuna rítmicamente
como un fuelle y me respira?

el hijo que no es mío pero pudo
está yaciendo
y mientras duermo espera
que la infancia le dure
que este hueco le sorba la memoria



©Graciela Caprarulo